Promesas Utópicas- Net Realidades |
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Realmente la necesidad de una crítica a la red es un asunto de abrumadora urgencia. Pues aunque un cierto número de críticos se ha acercado al nuevo mundo de las comunicaciones por ordenador con una saludable cantidad de escepticismo, su mensaje se ha perdido en el ruido y el espectáculo del repertorio corporativo -la imparable marea de seducción ha envuelto a tantos en el dinamismo de su utópica belleza que hace falta un momento de cuidada reflexión. En verdad, la posibilidad de vislumbrar un futuro mejor puede estar contenida en el nuevo tecno-aparato, y quizás sea mejor reconocer estas posibilidades desde el comienzo, puesto que Critical Art Ensemble (CAE) no desea tomar la posición de los neoluddites que creen que el tecno-aparato debería ser rechazado completamente, si no destruido. De seguro, las comunicaciones computerizadas ofrecen la posibilidad de una mejorada provisión, recuperación e intercambio de información para aquellos que tengan acceso al hardware, software, y habilidades técnicas necesarias. A cambio esto incrementa la posibilidad de un mayor acceso a información vital, mayor velocidad en el intercambio, distribución mejorada, y cruce de colaboraciones culturales, artísticas y críticas. Los potenciales beneficios humanitarios de los sistemas electrónicos son innegables; de cualquier manera, CAE cuestiona si el aparato electrónico está siendo usado para esos propósitos de manera representativa, tanto como que cuestionamos los agentes políticos que guían el desarrollo y la accesibilidad de la red. Esta no es la primera vez que la promesa de la utopía electrónica nos ha sido ofrecida. Sólo necesitamos mirar atrás, a la crítica de radio de Brecht, para encontrar los motivos de que tales promesas resuciten. Mientras Brecht reconocía el potencial de la radio en distribución de información para propósitos culturales y humanitarios, no se sorprendió de ver cómo la usaban para todo lo contrario. Tampoco nosotros deberíamos sorprendernos de que su llamado para un medio más democrático e interactivo pasara inadvertido. A comienzos de los 70, hubo un breve momento de euforia durante la revolución del vídeo, cuando alguien creyó que la llamada de Brecht para un medio democrático e interactivo iba a ser respondida. El desarrollo de los equipos de vídeo casero llevó a creer que pronto cualquiera que lo deseara sería capaz de manufacturar su propia televisión. Esto parecía ser una posibilidad real. Dado que el coste de los equipos de vídeo comienzó a caer dramáticamente, y la instalación del cable ofrecía posibilidades para la distribución, la utopía electrónica parecía inminente, y aún así el estudio de vídeo casero no llega a darse. Muros y lindes enmarañan este sueño utópico que parece surgir de ninguna parte. Por ejemplo, en EEUU, el estándar para una emisión de calidad requiere un equipamiento de postproducción al que nadie podría acceder o permitirse excepto las grandes compañías de los media, y los pocos canales de acceso público caen en manos de los censores que dictan los "estándares comunitarios" en pro de un sistema ordenado de emisión. Mientras que el equipamiento de producción fue distribuido como se esperaba, las esperanzas de los vídeo-utópicos se rompieron en el ámbito de distribución. Los objetivos corporativos para el establecimiento de un nuevo mercado del hardware electrónico fueron alcanzados, pero los medios para una producción cultural democrática nunca aparecieron. Ahora esa vertiginosa euforia ha vuelto de nuevo, surgida en la estela de la revolución del ordenador personal a principios de los 80, y con una red multidireccional de distribución en el ámbito mundial. Como era de esperar, las promesas utópicas de la máquina espectacular corporativa anegan el día a día de los burócratas y tecnócratas de todo el primer mundo, y una vez más parece existir la creencia general - al menos entre la población técnicamente adepta - de que ha llegado la hora en que la situación sea diferente. Y en cierto grado, la situación es diferente. Hay una zona electrónica libre, pero, desde la perspectiva de CAE, es sólo una modesta evolución, en el mejor de los casos. Con mucho, el uso más significativo del aparato electrónico es mantener el orden, imitar la dominante ideología pancapitalista, y desarrollar nuevos mercados. A riesgo de redundar en lo obvio, CAE desearía recordar los orígenes de internet. Internet es tecnología de guerra que tuvo un diseño análogo al sistema de caminos de EEUU (también otro producto que proviene de la mente militar, y el cual fue inicialmente destinado a ser una ayuda descentralizada para la movilización). Los militares de EEUU deseaban un aparato que preservara la estructura del mando en caso de un ataque nuclear. La respuesta fue una red electrónica capaz de reencauzarse a sí misma inmediatamente si uno o más de sus enlaces fueran destruidos, permitiendo de este modo, permanecer en contacto las autoridades supervivientes y actuar coordinadamente. Con tal aparato, las autoridades militares se podrían mantener, a pesar de la peor de las catástrofes. Con este plan en el origen de internet, cualquiera que se pare a reflexionar sobre dicho aparato sospechará de sus alegadas características antiautoritarias. Se debería también destacar que las características descentralizadas por las cuales tantos alaban la red no surgen de una intención anarquista, sino de la estrategia militar nómada. Las investigaciones científicas fue el siguiente grupo on-line después de los militares. Aunque sería bonito creer que sus esfuerzos en la red fueran benignos, uno debe preguntar por qué se les dio acceso a ellos en primer lugar. La ciencia siempre ha pretendido legitimidad anunciando sus intenciones desinteresadas en la búsqueda de la verdad del mundo material; no obstante esta búsqueda cuesta dinero, y de aquí que se introduzca en la ecuación una política económica con un directo y poderoso impacto en los elevados objetivos de la ciencia y de su búsqueda desinteresada. ¿ Los inversores de las investigaciones científicas ofrecen dinero sin ninguna restricción ligada?. Parece poco probable. De alguna forma la recuperación de la inversión está implícita en cualquier solicitud a los fondos institucionales. En EEUU, la solicitud típica es o teoría o tecnología con aplicaciones militares u otras que potencien el desarrollo económico. Cuanto más grandes sean los resultados prometidos por la ciencia en términos de estas dos categorías, más generosos serán los fondos. En EEUU, ni siquiera los científicos reciben algo por nada. La necesidad de una mayor eficiencia en la investigación y el desarrollo abrió los nuevos sistemas de comunicación al mundo académico, y con esta medida, un necesario grado de desorden se introdujo en el aparato. Empezaron a aparecer elementos de intercambio de información en una zona libre. A medida que este sistema se desarrollaba, otros inversores, sobre todo las corporaciones, reclamaron su tajada del pastel electrónico. Todas clases de negocios financieros fueron trasladados a la red con relativa seguridad y eficiencia. Como la zona libre comenzó a crecer, las corporaciones se dieron cuenta de que un nuevo mecanismo de mercado estaba creciendo con ella, y con el tiempo los vendedores fueron liberados en la red. En este punto, una peculiar paradoja se nos presenta: el libre mercado capitalista entra en conflicto con el deseo conservador de orden. Resulta evidente que para que esta nueva posibilidad de mercado alcance todo su potencial, las autoridades tengan que tolerar un cierto grado de caos. Esto fue necesario, primero para seducir a las clases acaudaladas para usar la red como un sitio de consumo y entretenimiento, y segundo, para ofrecer la red como coartada para la ilusión de libertad social. Aunque el control totalizador de las comunicaciones se perdió, el coste total de esta evolución fue mínimo para los gobiernos y las corporaciones. En la actualidad el costo no ha sido nada comparado con lo que han ganado. De este modo ha nacido el aparato represivo más efectivo de todos los tiempos. Y entonces fue (y todavía es) efectivamente presentado bajo el signo de la liberación. Lo que más asusta es que los mejores aliados de las corporaciones en mantener la brillante superficie utópica del ciberespacio son algunas de las muchas poblaciones que deberían conocerla mejor. Los tecno-utópicos han aceptado el repertorio corporativo y ahora lo están divulgando como la realidad de la red. Esta lamentable alianza entre la elite virtual y los cibernautas de la nueva era se estructura entorno a cinco promesas virtuales claves. Estos son los prometidos cambios sociales, que se presentan como inminentes, pero que nunca ocurren. Promesa 1: El Nuevo Cuerpo Aquellos de nosotros familiarizados con un discurso sobre el ciberespacio y la realidad virtual han oído la promesa una y otra vez, y de echo, hay algo de verdad asociado a ello. El cuerpo virtual es un cuerpo de gran potencial. En este cuerpo podemos reescribirnos a nosotros mismos usando el código que deseemos. Podemos probar nuevas configuraciones del cuerpo. Podemos experimentar con la inmortalidad yendo a lugares y haciendo cosas imposibles en el mundo físico. Para el cuerpo virtual, nada es fijo y todo es posible. Realmente, esta es la razón por la que el hacker desea convertirse en una conciencia sin cuerpo flotando libremente a través del ciberespacio. Como la realidad virtual mejora con las nuevas generaciones de la tecnología del ordenador, quizás esta promesa nos hará entrar en el reino de lo multi-sensual; sin embargo, se limita normalmente a las líneas de chat, o a juegos de niños de simuladores de vuelo. ¿Cuál fue el precio de esta supuesta liberación del cuerpo? El pago fue hecho en forma de una pérdida de soberanía individual, no sólo para aquellos que usan la red, sino de todos los individuos pertenecientes a sociedades tecnológicamente saturadas. Con el cuerpo virtual llega su hermano fascista, el registro del cuerpo -mucho más desarrollado en su forma virtual, existe completamente para servir a las corporaciones y a la policía estatal. Desde los albores de la civilización el registro del cuerpo ha existido en una forma inmadura. Las autoridades han conservado siempre registros de sus subordinados. Algunos de los más tempranos registros que los egiptólogos han encontrado son archivos tributarios. El aparato tecnológico llevó el registro del cuerpo a su madurez. Con su inmensa capacidad de almacenar y sus mecanismos para ordenar y procesar la información velozmente, ningún detalle de la vida social es demasiado insignificante para archivarlo y examinarlo. Desde el momento en que nacemos y nuestro certificado de nacimiento va on-line, hasta el día en que morimos y nuestro certificado de defunción va on-line, la trayectoria de nuestras vidas individuales es archivada con escrupuloso detalle. Expedientes de educación, expedientes de seguros, expedientes tributarios, expedientes de comunicación, expedientes de consumo, expedientes médicos, expedientes de viajes, expedientes criminales, expedientes de investigación, expedientes hasta el infinito... El registro del cuerpo tiene dos funciones primarias. El primer propósito sirve al aparato represivo; el segundo al aparato de mercado. El deseo del poder autoritario de dotar de absoluta transparencia las vidas de sus subordinados se ve satisfecho por medio del registro del cuerpo. Todo el mundo está bajo completa vigilancia en virtud de su necesaria interacción con el mercado. Es cuestión de preguntarse hasta qué nivel de detalle la información del registro del cuerpo puede llegar actualmente, pero podemos estar seguros de que es más detallada de lo que nos gustaría que fuese, o de lo que nos atreveríamos a pensar. La segunda función del registro del cuerpo es la de dotar a los vendedores de una precisa información demográfica para diseñar y crear objetivos populares. Puesto que el pancapitalismo ha dejado muy atrás el problema de la producción, cambiando de una economía de la necesidad a una economía del deseo, los vendedores han desarrollado métodos más perfeccionados para crear artificialmente deseos de productos que no se necesitan. El registro del cuerpo les da datos para conocer los patrones de consumo, de gasto de energía y del estilo de vida elegido por aquellos con rentas excedentes. El registro del cuerpo ayuda a los vendedores a encontrarte, y proveerte de un estilo de vida. El eslogan postmoderno, Usted no escoge la comodidad; es la comodidad la que lo escoge a usted, tiene ahora más significado que nunca. Pero lo más aterrador del registro del cuerpo es que es el centro del ser social del sujeto. El le dice a los miembros de la cúpula oficial cuáles son nuestros roles y nuestras identidades culturales. Somos impotentes para contradecir el registro del cuerpo. Su mundo es la ley. El ser orgánico de uno no es ya por más tiempo un factor determinante, desde el punto de vista de las burocracias, de las corporaciones y del gobierno. El registro se ha convertido en el centro de la cultura social, y nuestra carne orgánica no es más que una imitación del registro original. Promesa 2: Comodidad A principios de siglo, el gran sociólogo Max Weber explicó porqué las burocracias trabajan tan bien como medio de una organización social racionalizada en una sociedad compleja. Comparando la práctica burocrática a su tipo ideal, sólo aparece una imperfección: los humanos dan trabajo a esas instituciones. Desgraciadamente los humanos poseen características irracionales, la más destacada de la cuales es la expresión del deseo. Más que trabajar en óptima eficiencia, las unidades orgánicas van probablemente a buscar lo que les da placer en formas que son contrarias a los fines instrumentales de la burocracia. Todas las variedades de inactividad creativa son empleadas por las unidades orgánicas. Esta esfera de trabajo conduce a la innecesaria charla con los propios compañeros empleados. A lo largo de este siglo, políticos y clases dirigentes se han concentrado de desarrollar una forma de detener tales actividades en orden de maximizar e intensificar el rendimiento. El modelo de intensificación del trabajo llega con la invención del robot. Mientras el robot es funcional, no se desvía nunca de su tarea. Reemplazar completamente a los humanos por robots no es posible, hasta dentro de mucho tiempo sólo estarán capacitados para tareas mecánicas simples, pero precisas. Son conducidos por pautas, en lugar de la capacidad humana para reconocer conceptos. La pregunta es entonces cómo hacer a los humanos más parecidos a los robots, o para actualizar el discurso, más parecidos al cyborg. En el presente gran parte de la tecnología necesaria para lograr este objetivo es viable, y aún más, está desarrollándose. Sin embargo, desarrollar la tecnología, como el teléfono móvil, o el ordenador portátil, no es suficiente. La gente debe ser seducida para desear llevarla, al menos hasta que la tecnología evolucione para que pueda ser permanentemente fijada en sus cuerpos. ¿El medio de la seducción? Comodidad. La vida será mucho más fácil si solamente nos conectamos a la máquina. Como suele ocurrir, hay una parte de verdad en ello. Yo puedo honestamente admitir que mi vida se ha hecho más fácil desde que he empezado a usar un ordenador, pero sólo en cierto sentido. Como escritor, es más fácil para mí terminar un folio ahora que cuando yo usaba pluma y papel o una máquina de escribir. El problema: ahora soy capaz (y por lo tanto, debo) de escribir dos folios en el tiempo que empleaba para escribir uno. La promesa implícita de que tendría más tiempo libre por usar ordenador es falsa. La intensificación del trabajo por medio de la administración del tiempo es sólo el principio, ya que hay otro problema en relación con el beneficio total. La gente puede aún separarse a sí misma de su puesto de trabajo -la verdadera casa del cyborg moderno. La seducción continua, persuadiéndonos de que deberíamos desear llevar nuestras extensiones electrónicas con nosotros todo el tiempo. Los últimos anuncios de AT&T son la representación perfecta de la seducción al consumidor. Prometen: "¿Has enviado alguna vez un fax... desde la playa? Lo harás". O "¿Has recibido una llamada telefónica... en tu muñeca? Lo harás. Pero este anuncio es aún más sorprendente. Hay una imagen de un hombre joven que acaba de terminar de escalar una montaña y está mirando la puesta de sol. En ese momento su mujer lo llama a su teléfono de pulsera, y él le describe la magnificencia de la puesta de sol. ¿Quién está ahora tomando el pelo a quién?. ¿Tu mujer, llamándote mientras estás escalando una montaña? ¿Necesitas enviar un fax mientras descansas en la playa?. Las intenciones de las corporaciones al desplegar esta tecnología (la necesidad de ganancia) son así de transparentes; es penosa. La única réplica posible es "¿Has estado en tu puesto de trabajo... 24 horas al día, 365 días al año? Lo harás. Ahora la fatiga puede ir a donde tu vayas. Otro factor destacable en esta representación es que el hombre de estos anuncios está siempre sólo. (Este es un factor del que CAE está seguro que no ha pasado desapercibido a las feministas, aunque CAE no sabe cómo será interpretado, si como una discriminación sexista o como toda una suerte). En este sentido, el problema es doble: no sólo el puesto de trabajo va siempre con uno, sino que la interacción social estará siempre absolutamente mediada por la tecnología. Es la solución perfecta para abolir esa molestia, el ambiente subversivo del espacio público. Promesa 3: Comunidad No hay expresión más apreciada en EEUU que la palabra "comunidad". Esta palabra está tan llena de significados que puede ser usada para describir la mayoría de las manifestaciones sociales. La mayoría de las veces se usa para connotar simpatía con o identificación con un agregado social particular. De esta manera, se oye hablar de la comunidad gay o de la comunidad afro-americana. Y aún se dan oxímorons como el de la comunidad internacional. Los vendedores de las corporaciones, desde IBM a Microsoft, se han dado prisa en acaparar este signo vacío como medio para construir sus campañas comerciales. Reconociendo la extrema alienación que aflige a tantos bajo el reinado del pancapitalismo, ellos ofrecen la tecnología de la red como cura de un sentimiento de pérdida que no tiene referente. A través de líneas de chat, noticias de grupos, y otros ambientes digitales, la nostalgia de la edad de oro de una sociabilidad que nunca ha existido es reemplazada por un nuevo y moderno sentido de comunidad. Esta promesa es exasperante. No hay siquiera una pizca de verdad en ella. Si hay alguna razón para ser optimistas, es sólo en relación con lo mencionado al principio de esta lectura; esto es, la red hace posible un espectro más ancho de intercambio de información.Aún así, cualquiera con conocimientos básicos de sociología entiende que el intercambio de información de ninguna manera constituye una comunidad. La comunidad es un colectivo de redes afines que participa de un territorio geográfico común, una historia común, y comparte un sistema de valores, que normalmente se traduce en una religión común. Habitualmente las comunidades son más bien homogéneas, y tienden a darse en el simple sentido histórico de la división del trabajo. Y lo más importante, las comunidades abrazan componentes irracionales de la vida y la consciencia. La acción social no es llevada a cabo por medio de contratos, sino por acuerdos, y la vida no está completamente mediada por la tecnología. En este sentido, la conexión entre entre la vida de una comunidad y la vida de la red es insondable. (CAE no desea mostrar esta forma social desde una perspectiva romántica, pues las comunidades pueden ser tan represivas y/o patológicas como cualquier sociedad). El uso de la red más allá de su único uso necesario (p.e. obtención de información), es, desde la perspectiva de CAE, una forma altamente desarrollada de interacción antisocial. Que alguien desee estar en su casa u oficina y sustituir el contacto humano a favor de una experiencia comunicativa mediada textualmente sólo puede ser síntoma de una incipiente alienación, y no una cura de ella. Está muy claro por qué el aparato represivo desea desarrollar este aislamiento: si alguien está on-line, él o ella están fuera de las calles y fuera de la comunidad genética. En otras palabras, están bien dentro de los límites de control. La razón de por qué el aparato de mercado desearía tal situación es igualmente clara: cuanto más solitaria esté la gente, menos elección tendrán, sino de volver al trabajo y al consumo como medios para un pretendido placer. En un momento en que el espacio público está disminuyendo y siendo reemplazado por las fortalezas institucionales, como los paseos públicos, parques temáticos, y otras manifestaciones del consumo forzado que pasan por lugares de interacción social, ¿no deberíamos buscar un sentido a lo social, (quiero decir, que aún esté a nuestro alcance), directa e inmediatamente, más que contemplar cómo esos espacios anti-públicos son copiados en una forma electrónica todavía más solitaria? Promesa 4: Democracia Otra promesa eternamente repetida en el discurso del ciberespacio es la idea de que el aparato electrónico se convertirá en el zenit de la utopía democrática. Realmente internet tiene algunas características democráticas. Provee a todos los ciber-ciudadanos de los medios para contactar con el resto de los demás. En la red todo el mundo es igual. El Worl Wide Web es el brillante emblema de esta nueva democracia. La gente puede construir sus propias páginas caseras, e incluso muchos puede acceder a esos sitios como puntos de investigación. Esto todo está muy bien, pero debemos preguntarnos si esas características democráticas constituyen actualmente democracia. Una plataforma para voces individuales no es suficiente (especialmente en la Web donde tantas voces se pierden en la confusión de los restos de datos). La democracia es dependiente de la habilidad individual para obrar con arreglo a la información recibida. Desgraciadamente, incluso en la red, la acción autónoma es todavía tan difícil como siempre. La dificultad es triple: primero está el problema de la separación geográfica. En el caso de la accesibilidad de la información, ésta es sólo tan útil como lo permita la situación y la ubicación del cuerpo físico. Por ejemplo, un hombre gay que vive en un lugar donde reina la homofobia, o aún peor, donde la práctica homosexual es una actividad ilegal, será todavía incapaz de actuar abiertamente como desea, prescindiendo de la información a la que pueda acceder en la red. Aún continua reprimido en la práctica de su vida diaria, reducido a la pasiva expectación respecto a su objeto de deseo, tanto tiempo como permanezca en el lugar represivo. El segundo problema es el de la opresión institucional. Por ejemplo, nadie puede negar que la red puede funcionar como una maravillosa herramienta pedagógica, y que puede actuar como un gran medio para la auto educación. Desgraciadamente, la red tiene muy poca legitimidad en sí y por sí misma como institución educacional. La red debe ser usada en el contexto del mundo físico bajo la apropiada supervisión para que pueda ser dotada de legitimidad. En el caso de la educación, con relación al valor de conocimiento adquirido en la red, para ser socialmente reconocido y aceptado, este debe ser usado como una herramienta dentro del contexto de la universidad o de la escuela. Esos contextos educativos son reforzados de manera que se mantiene un status-quo en la distribución de la educación. Consecuentemente, se puede adquirir una gran cantidad de conocimiento en la red, pero éste carece aún de un capital educativo para intercambiarlo en el mercado. En ambos casos, debe haber un ambiente físicamente liberado para que la red funcione como suplemento de la actividad democrática. El problema final es que la red funciona como un aparato disciplinario mediante el uso de la franqueza. Si la gente siente que está bajo vigilancia, será menos probable que actúen fuera de su actividad normalizada; Esto es, será menos probable que se expresen libremente, y que actúen de una manera que pueda producir cambios sociales y políticos dentro de sus ambientes. En este sentido, la red sirve para invalidar la actividad más que para alentarla. Más que reforzar la aceptación de la diferencia que necesitan las sociedades democráticas, canaliza a la gente hacia una actividad homogéneamente ordenada. De seguro, hay momentos en que la transparencia se puede volver contra sí misma. Por ejemplo, una de las razones por las que la facción de contraofensiva PRI contra los zapatistas no acabó en una matanza total, fue el uso que la resistencia hizo de la red para mantener la atención focalizada sobre sus miembros y su causa. Muchas vidas se salvaron por no consentir el secreto de la masacre, y el movimiento de resistencia pudo continuar. . Lo mismo se puede decir sobre el sobreseimiento de la ejecución de Mumia Abu Jamal. El punto final aquí es que se debe de recordar que internet no existe en un vacío. Está íntimamente relacionada a todas clases de estructuras sociales y de dinamismos históricos, de aquí que su estructura democrática no puede ser analizada de modo realista como si fuera un sistema cerrado. Dando un paso atrás para tomar cierta perspectiva, la adquisición democrática por medio de la red parece aún menos probable considerando los datos demográficos de la situación. Hay cincomil quinientos millones de personas en el mundo. Unos mil millones apenas sobrevive día a día. La mayoría de la gente no tiene aún un teléfono, de aquí que sea muy improbable que posean un ordenador, y aún menos que utilicen la red. Esta situación suscita una pregunta, ¿es la red un medio para la democracia, o simplemente otra forma de dividir el mundo entre los que tienen y los que no tienen? Debemos preguntarnos, ¿cuanta gente considera la red realmente relevante en su vida diaria? Mientras que CAE cree que de seguro el número de usuarios de la red crecerá, parece improbable que crezca para incluir a más que aquellos que tienen el respaldo educacional necesario, y/o aquellos que están empleados por las agencias burocráticas y tecnocráticas. CAE sugiere que esta fortaleza de la elite permanecerá así, y que la mayoría de la población del primer mundo que se convierta en parte de la revolución del ordenador serán, más que activos participantes, consumidores, tan primarios como pasivos. Usarán los juegos de ordenador, verán la TV interactiva y comprarán en las tiendas virtuales. La distribución estratificada de la educación actuará como guardián del borde virtual entre el usuario activo y el pasivo, e impedirá el incremento de aquellas participaciones populares en interactividad multidireccional. Promesa 5: Nueva Conciencia De todo el repertorio de la red, esta promesa es quizás la más insidiosa, ya que parece no tener un apoyo corporativo (aunque Microsoft ha dirigido esta tendencia hasta cierto punto). La noción de la nueva conciencia ha emergido de una nueva edad del pensamiento. existe la creencia , promovida por los ciber-gurús (Timothy Leary, Jason Lainer, Roy Ascott, Richard Kriesche, Mark Pesci) de que la red es el aparato para el comienzo de una conciencia colectiva. Es el cerebro del planeta que trasciende en la mente a través de las actividades de sus usuarios. Puede funcionar como un tercer ojo o sexto sentido para aquellos que comulguen con esta unión global. Esta forma de pensar es la cima del etnocentrismo y de una percepción de orden miope. Como se habló anteriormente, los ciudadanos del tercer mundo y de la mayoría del primero están totalmente marginados en este divino plan. Si acaso, esta teoría es una réplica del imperialismo del capitalismo temprano, y recuerda nociones como las de un destino manifiesto. Si la nueva conciencia es indicativa de algo, es de la nueva era del imperialismo, que será lograda mediante el control de la información (en oposición al modelo de la dominación militar del temprano capitalismo). De las anteriores cuatro promesas examinadas, cada una ha demostrado, en un análisis más profundo, ser una respuesta de la ideología autoritaria para justificar y poner en acción una mayor represión y opresión. La nueva conciencia no es una excepción. Incluso si aceptamos las buenas intenciones y las esperanzas optimistas de los cibernautas de la nueva era, ¿cómo podría alguien concluir que un aparato salido de la agresión militar y la depredación corporativa puede posibilitar una nueva forma para el desarrollo espiritual terrestre? Conclusión Tan triste como CAE está al decirlo, la mayor parte de la red es capitalismo absolutamente ordinario. Es un lugar para el orden represivo, para los negocios financieros del capital, y para el consumo excesivo. Mientras una pequeña parte de la red puede ser usada para propósitos humanísticos y para resistir a la estructura autoritaria, su función principal es cualquier cosa menos humanística. De la misma manera que no podríamos considerar a una vecindad bohemia e irregular como representativa de una ciudad, tampoco debemos asumir que nuestra pequeña zona libre es representativa del imperio digital. Ni podemos confiar nuestros futuros a las promesas vacías de un seductor que no tiene amor en su corazón. [ Traducción: Teresa Arozena Bonnet ] |